Cosquillas y la risa

La risa demuestra un estado de alegría en aquellas personas que la experimentan. Se puede decir que es una conducta de los seres humanos, la cual se encuentra controlada por el cerebro.

Existen teorías médicas que le otorgan beneficios para la salud de las personas, ya que ayuda a liberar el analgésico natural del organismo como son las endorfinas, ayudando a una disminución del estrés mediante la risa.

Además de ello sonreír quema calorías ya que se emplean casi 400 músculos, activando tanto las cosquillas como la risa la parte del cerebro conocida como “opérculo rolándica” encargada en controlar las reacciones vocales, movimientos faciales y las emociones.

¿Qué se conoce como cosquillas?

Las cosquillas son estímulos, sensaciones y reacciones nerviosas que experimentan algunas zonas del cuerpo cuando son tocadas, generalmente de una forma afectiva y sin presión en el lugar donde se realizan.

Si presentan poco tiempo llegan a ser agradables, sin embargo si el tiempo de hacer cosquillas se alarga llega a ser desagradable y tenso. Siempre que se lleven a cabo las cosquillas se recibe a cambio la risa por parte de la persona a la que se le realizan.

Activan en el organismo el hipotálamo, encargado de dominar el hambre, comportamiento sexual, temperatura corporal, el cansancio y el instinto defensivo como por ejemplo en situación de huida o la lucha.

Las cosquillas no son exclusivas del ser humano sino que además puede darse en ciertos animales, sobre todo en mamíferos.

¿Por qué reímos cuando nos hacen cosquillas?

Lo más influyente es el factor sorpresa, una persona puede incluso reír antes de ser tocado para hacerle cosquillas. Se ríe como forma de reconocer la derrota, se debe a que al activarse en el cerebro una parte que es la que se anticipa al dolor, el cual se anticipa a la acción y se prepara.

En ocasiones tan solo con imaginar que nos van a hacer cosquillas ya es motivo de comenzar a reír, sabiendo lo que le acontece después. Una vez que nos hacen cosquillas quedamos rendidos, cansados y a pesar de constituir a primera hora una amenaza para nuestro organismo, nos sentimos felices, estamos bien.

Se ha de tener en cuenta que nuestro cerebro concibe una situación en la cual las personas a las que les realizan las cosquillas pueden atacar de forma inconsciente a aquella que las lleva a cabo, por la sensación que provocan en nuestro cuerpo, unido a las emociones.

Hacer cosquillas siempre muestra confianza, cariño y mucho afecto, la risa demostrara un mecanismo de defensa. Se diferencia de una forma perfecta la risa por algo divertido que la risa que provoca que nos hagan cosquillitas.

¿Por qué nosotros mismos no podemos?

No podemos hacernos cosquillas puesto que nuestro cerebro no lo ve como un ataque, no es ninguna sorpresa la sensación que vamos a provocar en nosotros mismos, por ese motivo aunque sean nuestros allegados los que nos hagan cosquillas para nuestro cuerpo es como una amenaza.

Al no sentirnos amenazados por nosotros, no reímos aunque se ponga mucho empeño, ya que nuestro cerebro no cuenta con la necesidad de producir una acción como respuesta a nuestros propios actos.

¿Qué zonas son más sensibles?

Una de las zonas común en un 90% de la población es la panta de los pies, el solo hecho de rozar una pluma, un dedo o pasar algo por la planta del pie, active nuestras alertas al estimulo, llegando a veces a encoger el cuerpo.

Conforme nos hacemos mayores las zonas sensibles desaparecen, ¿quién no recuerda que le hicieran cosquillas en las axilas o en el cuello nuestros padres? Al crecer perdemos la concepción de peligro respecto a las personas que realizan las cosquillas.

En las rodillas y en la cintura pueden hallarse zonas en las cuales tenemos tantas cosquillas que es imposible un roce pequeño, bien porque nos un ataque de risa o porque el cuerpo se tense.

En los casos de cosquillas la respuesta que se haya es involuntaria, movimientos incontrolados, llegando incluso a agitar el cuerpo de forma convulsiva, puesto que somos vulnerables y nos invade una sensación de pánico.

A pesar de ello, siempre y cuando sean por un tiempo determinado y en momentos especiales, las cosquillas muestran el efecto y el cariño que sienten hacia nosotros.

¡Qué curiosidad!

Los bebes cuando las cosquillas vienen de una persona ajena a su entorno, se sienten amenazados y no emiten ningún sonido que muestre su diversión y el juego que ello provoca.

En la antigüedad las cosquillas se empleaban como método de tortura. En la cultura romana se bañaban los pies en sal y las cabras al lamer los pies de los presos hacían que se rieran pero además de ello dañaban la piel, creando ampollas o marcas, lo que provocaba un evidente castigo.

En la Edad Media, se empleaban para obtener información de la realeza, eran torturados sin signos evidentes de ello, gracias a las cosquillas.